martes, 30 de marzo de 2010
Y el cielo lloró de pena....
La incertidumbre fue la nota predominante de una tarde de Lunes Santo, con la mirada clavada en el cielo y pendiente del parte meteorológico, esperando un mensaje de aliento, que esquivara la tarde gris y amenazadora, que se preveía.
La Virgen de los Dolores, esperaba radiante, como siempre, a unos cargadores dispuestos a entregarse por entero a su cometido.
Tras treinta minutos de larga espera y tras la confirmación de que el tiempo daría una tregua, la Cruz de Guía, atravesaba un mar de gente que esperaba impaciente en la puerta del atrio.
Penitentes de negro sobre el vetusto empedrado, y sones del himno nacional que daban la bienvenida a Cristo y María.
Maria Santísima de los Dolores, ponía el brillo a una tarde que el sol había dejado huérfana. Oraciones en forma de saeta y la marcha Dolores en tu Misericordia, para acometer la bajada de una rampa que del cielo baja a Maria y a su Hijo, hasta las calles de Puerto Real.
Un andar de costero a costero, suave, elegante y con sabor a añejo, con ese estilo de siempre que no deja indiferente a nadie.
Bajaba nuestra Madre al encuentro de la que fuera su casa, la casa de las RR. MM. Filipenses, gustándose, sabiéndose Reina del Lunes Santo, pidiendo caridad para su Hijo y rogando a Dios por todos y cada uno de los niños, que quedan en la casa de acogida.
Llueven pétalos sobre María desde el Convento; desgraciadamente, no sería la única lluvia que viéramos caer…
Tan triste se quedó el cielo, cuando María dejó atrás su convento, que un llanto en forma de llovizna, cubrió el Cortejo.
Fue solo una nube. Una solitaria nube que nos recordó que todo esto de los partes meteorológicos, los meteosáts y demás inventos humanos se quedan en nada, cuando la naturaleza toma las riendas.
Una llovizna incomoda, y un desagradable viento de agua, no presagiaban nada bueno.
La Junta de Gobierno, previa autorización del responsable del Consejo Local, decidió recortar el recorrido y anular su paso por carrera oficial. La amenaza de una lluvia más fuerte, precipitó una dolorosa pero prudente decisión.
Siempre hay que ver el lado positivo de las cosas, y yo me quedo con dos lecturas para terminar:
La primera, que María Stma. de los Dolores, no faltó a su cita por las calles de Puerto Real y segunda, que tan a poco me supo, que ya cuento los días para el Lunes Santo del año que viene.
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