viernes, 22 de enero de 2016

CAPATACES Y COSTALEROS


Los verdaderos protagonistas de este hermoso idilio amoroso de siglos Puerto Real-Semana Santa son las Sagradísimas Imágenes Titulares de cada una de nuestras hermandades y cofradías.

Los costaleros formamos parte de la nómina de nuestra cofradía. No somos ni mejores ni peores que el resto de los hermanos que conforman cada cortejo procesional. Ocupar un lugar bajo las trabajaderas supone para nosotros alcanzar un sueño. El mismo sueño que de niños cumplimos al vestir por primera vez la túnica de nuestra Hermandad.

Nuestra ceguera, a veces, nos hace olvidar que de los pequeños detalles alcanzamos los grandes momentos. No tiene sentido buscar un protagonismo absurdo e innecesario. Cada costalero como cualquier hermano entiende su papel dentro de la Hermandad de manera particular. Los costaleros son hermanos que con el tiempo tomaron una decisión y sintieron que su lugar en la cofradía estaba cargando con el peso del amor y de quienes realmente dan sentido a la Hermandad.

Debajo de un paso se viven experiencias inalcanzables para quienes no tuvieron la fortuna o bien no sintieron que su sitio estaba debajo de los faldones. Momentos en los que las fuerzas flaquean y los kilos empiezan a caer como pesadas lozas, al instante un grito de ánimo que hace levantar los cuerpos y una cuadrilla que a un mismo grito hace olvidar cualquier señal de desfallecimiento. Existe mucho de verdad bajo el paso.


La labor del capataz es difícil y en ocasiones poco gratificante. Establecer hasta donde debe llegar el capataz y cuáles son los límites del costalero es tarea ardua y complicada. Capataces y costaleros son dos distintas acepciones que confluyen en un mismo fin: pasear a Dios y su Madre por las calles de Puerto Real como bien se merecen, manteniendo siempre la idiosincrasia y el sello propio de la Hermandad.